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04/12/2017

Mayúsculas y minúsculas en documentos administrativos y jurídicos

El estilo de la escritura en el sector jurídico-administrativo es uno de los más afectados por el uso indebido de las mayúsculas. Así, con frecuencia podemos encontrarnos con textos invadidos por ellas, en los cuales no parece que se siga norma alguna al usarlas.

Para analizar el uso de las mayúsculas y las minúsculas en algunos de los términos más empleados en el campo jurídico-administrativo, partiré de que este uso es uno de los temas más complejos en el ámbito de la ortografía. Las normas de las mayúsculas y las minúsculas en español están sujetas a tantas variantes posibles que en muchos casos no existe un único criterio válido para establecer la frontera entre la mayúscula y la minúscula en palabras dentro del mismo contexto.

A continuación se citan unos cuantos términos que son genéricos y específicos al mismo tiempo. Así pues, el asunto se complica cuando se tienen argumentos para escribir de los dos modos estas palabras. En casos concretos, debe dejarse clara la diferenciación para poder distinguir entre una clase de palabras y otra, como los nombres propios y los comunes. Para facilitar su lectura, es necesario que estos textos guarden coherencia en este aspecto ortográfico y se unifiquen criterios en cada documento.

Derecho
  • Minúscula. Si se usa para referirse a ámbitos del derecho en general: el derecho laboral, el derecho internacional, el derecho mercantil, el derecho de asilo, el derecho de pernada. Está muy extendido el uso de las mayúsculas iniciales en la expresión los derechos humanos, pero es un sustantivo común que debe escribirse con minúscula inicial.
  • Mayúscula. Cuando nos referimos a asignaturas, materias de estudio, cátedras, facultades, etc., generalmente en contextos académicos o curriculares: Soy licenciado en Derecho; Estudio Derecho Francés. Cuando forma parte del nombre de un departamento, una facultad, un organismo, un documento oficial o histórico, etc.: la Facultad de Derecho, la Asociación Española de Derecho de la Propiedad Intelectual, la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Justicia
  • Minúscula. Si se usa de modo genérico: la justicia penal, la justicia militar, la justicia distributiva, la justicia poética, administrar justicia, pedir justicia.
  • Mayúscula. Cuando forma parte del nombre propio de una institución judicial: la Administración de Justicia, el Ministerio de Justicia, el Tribunal Europeo de Justicia. Cuando es la forma abreviada de nombrar al Ministerio de Justicia o a la institución judicial: Justicia e Interior trabajan juntos; La Justicia española solicitó la extradición del traficante.

Tribunal, juzgado, audiencia
  • Minúscula. Si se usa de forma genérica: Tengo que acudir al tribunal médico; El juzgado es aquel edificio; Las audiencias provinciales son tribunales de justicia. Cuando no forma parte del nombre propio de una institución: el tribunal de casación, el tribunal colegiado, el tribunal de honor, el juzgado de paz, el juzgado de provincia, el juzgado de guardia.
  • Mayúscula. Cuando forma parte del nombre propio de un organismo concreto o de su sede: el Tribunal de Cuentas, el Tribunal Tutelar de Menores, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el Juzgado de Primera Instancia, el Juzgado de Instrucción n.º 6 de Valladolid, el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo, la Audiencia Nacional, la Audiencia Provincial de Salamanca. Si se menciona de forma abreviada a la Audiencia Nacional: La jueza de la Audiencia instruyó el caso por terrorismo.

Corte
        En algunos países de América llaman Corte a lo que en España se denomina Tribunal; por lo tanto, seguirá las mismas normas que Tribunal: la Corte Suprema.

Ministerio
  • Minúscula. Cuando se emplea como un nombre común y no se refiere a una institución: Hablaremos cuando salga del ministerio. También es un nombre común si nos referimos a un cargo, empleo, oficio u ocupación: el ministerio sacerdotal, o al tiempo que dura el ejercicio de ministro: Durante su ministerio descendió el número de parados. En denominaciones completas y específicas de dos o más organismos: Los ministerios de Hacienda y Economía estudian la viabilidad de las pensiones. Si no se tiene la seguridad de cuál es su denominación específica: Los ministerios de defensa de los cinco países llegaron a un nuevo acuerdo.
  • Mayúscula. Cuando se refiere al nombre de un departamento o área de un Gobierno: el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el Ministerio de Interior.

Organismos públicos, instituciones, sociedades, asociaciones, departamentos
  • Minúscula. Cuando no forma parte del nombre propio de una entidad, sino que se usa de modo genérico: Trabajo en el departamento de ventas; Soy socia de la organización Médicos Sin Fronteras; La asociación de correctores UniCo trabaja para dar a conocer la profesión. En algunos países de América, departamento equivale a 'provincia': el departamento de Putumayo (Colombia).
  • Mayúscula. En todas las palabras importantes que forman parte de los nombres oficiales de entidades, secciones administrativas, organismos, instituciones, divisiones territoriales, establecimientos, organizaciones, asociaciones, etc.: el Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad, la Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes, la Sociedad Peruana de Cardiología, la Diputación Provincial de León, la Administración General del Estado, el Centro Nacional de Inteligencia, el Instituto de Geología de México, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, la Agencia Española de Protección de Datos, la Juventud Vanguardista Costarricense, la Organización Mundial de la Salud.

Órganos de una sociedad: Consejo de Administración, Asamblea General, Junta General
  • Minúscula. Si se utiliza de modo genérico para designar una reunión o evento: El consejo de administración en la sociedad actual; Se celebró una asamblea general de accionistas; Se reunieron en una junta general.
  • Mayúscula. Cuando se refiere a un órgano de gobierno colectivo de una entidad pública o privada o se emplea como un nombre propio que no admite otra denominación: La decisión final recae en el Consejo de Administración de la empresa; La Asamblea General de la Universidad de Salamanca; El presidente de la Junta General dio un discurso.

Nombres de títulos y cargos
  • Minúscula. Por razones de solemnidad y respeto, en muchos contextos del lenguaje jurídico, administrativo y empresarial sigue manteniéndose la mayúscula inicial en los nombres de cargos o títulos de cierta relevancia, sobre todo en los encabezamientos y pies de firma de las cartas y comunicados. Sin embargo, son nombres comunes que deben escribirse con minúscula inicial, vayan solos o acompañando al nombre al que se refieren: presidente del Gobierno, jefe del Estado, ministra, delegado, director, rectora, secretario general, diputada, senador, consejera, concejal, jueza, magistrado, alcalde, notario.
  • Mayúscula. Es obligatoria en las abreviaturas de los títulos o cargos: D./Dña. o D.ª (don/doña); Sr./Sra., también, Sr.ª o S.ª (señor/señora); Pdte./Pdta. (presidente/a); S.ª (señoría); Ilmo./Ilma. (ilustrísimo/a), Mtro./Mtra. (ministro/a). No debe olvidarse el punto abreviativo, la marca que señala que falta parte de la palabra.

Leyes, códigos, decretos, tratados, convenciones, órdenes, declaraciones
  • Mayúscula. En todos los elementos significativos del título (sustantivos, adjetivos y verbos): la Ley para la Ordenación General del Sistema Educativo, el Código Civil, el Real Decreto 122/1999, el Tratado de Maastricht, la Convención de Ginebra, la Real Orden, la Declaración Universal de los Derechos del Niño.

Cuando la descripción que conforma el título de la ley es demasiado extensa, solo se escribe en mayúscula el primer elemento: Ley 14/2017, de 6 de octubre, por el que se aprueba la reactivación extraordinaria y por tiempo limitado del programa de recualificación profesional de las personas que agoten su protección por desempleo. En este caso, en el que se prescinde de las mayúsculas en todas las palabras representativas, suelen usarse las comillas o la cursiva para delimitar la extensión del título.

Términos que se escriben enteramente en mayúsculas


Las mayúsculas aplicadas a todas las letras de una palabra o expresión también sirven para destacar o subrayar elementos dentro de un documento. Estas mayúsculas facilitan la lectura de los textos informativos cortos. Suelen verse en estos casos:
  • Los verbos que expresan finalidad o introducen las partes esenciales de un documento, como certifica, expone, solicita, considerando, desestimamos, etc. El texto que sigue a estos verbos se escribe en línea aparte:
               SOLICITA:
               Que mediante este escrito le sea aceptada y tramitada su renuncia al cargo de concejala.
  • Los números ordinales que ordenan los antecedentes o los fundamentos:
                Antecedentes
                PRIMERO.- La parte dispositiva de la resolución…
                SEGUNDO.- Contra la anterior resolución…
                TERCERO.- En la tramitación del juicio…
  • Los términos en los que se cita breve y repetidamente a las partes intervinientes en un documento:
                La Universidad Autónoma de Barcelona, en adelante, la UNIVERSIDAD…
                D. Álvaro López Sanz, en adelante, el DEMANDANTE…
  • En textos informativos, las oraciones que manifiestan el contenido principal del escrito:
                PROHIBIDO DEPOSITAR BASURAS EN TODO EL TÉRMINO MUNICIPAL.
  • Términos como aviso, nota, advertencia, etc., cuando introducen un texto de forma autónoma:
                AVISO: El pago de recibos se efectuará los lunes.

Conviene destacar que existe la falsa creencia de que la tilde no es obligatoria en las mayúsculas. Excepto en el caso de las siglas, que nunca se tildan, las mayúsculas llevan tilde siempre que la palabra lo requiera, conforme a las normas generales de acentuación.

Bibliografía

Ortografía de la lengua española (Espasa, 2010).
Diccionario de la lengua española en línea.
Libro de estilo de la Justicia, de la Real Academia Española (Espasa, 2017).
Diccionario de uso de las mayúsculas y minúsculas, de José Martínez de Sousa (Trea, 2010).

Mi agradecimiento a Diego Ibáñez Rivera por su generosidad y maestría en la exhaustiva revisión de este artículo.

26/03/2017

Corrección de poesía


En el número diez de la revista Deleátur (clicar para leer el artículo completo; página 44), de la Unión de Correctores (UniCo), se ha publicado mi artículo sobre la corrección de poesía. Desde aquí doy las gracias a la revista y a quienes colaboraron conmigo: Eduardo Fraile, Belén Artuñedo, Mar Sancho y Julio F. Alcalá. También agradezco a Rosa Iglesias y Diego Ibáñez, estupendos compañeros de profesión, que revisaran el artículo.


¿Cómo se enfoca la corrección de poesía?

Corregir poesía no es cosa de atrevidos o insensatos. Los correctores de este género literario no somos espíritus elementales ni tenemos el alma en pena vagando por las esquinas del idioma. Para corregirla bien solo hay que saber interpretar las imágenes efectistas que el poeta proyecta en su texto. Tampoco creo que sea fundamental saber escribir poesía para corregirla, pero sí conviene haberse empapado de ella leyendo a los grandes y a los que no lo son tanto.

La poesía empezó a importarme cuando era muy pequeña y mi interés por ella fue creciendo conmigo. Cuando empecé a corregir de forma profesional, en 2009, contaba con un bagaje lector de obras poéticas bastante amplio. Tuve la suerte de estrenarme corrigiendo el poemario de una autora con un buen manejo de los recursos poéticos. Me inicié en este campo porque me lo pidieron, así que la corrección de poesía me buscó a mí, no yo a ella.

Algunos dicen que corregir poesía es difícil, pero quizá sea exagerado. Desde mi punto de vista, no lo es más que abordar cualquier otro tipo de texto literario. Corregir bien, en general, sabemos que no es tarea fácil. La dificultad que puede suponer trabajar con textos poéticos se salva con pasión y respeto hacia el género. Si a un corrector le apasiona la poesía, tendrá más posibilidades de enfrentarse a su labor con éxito. No es imprescindible tener una sensibilidad fuera de lo normal ni entablar una relación sentimental con el poema; pero, en mi opinión, sí se tiene que estar dotado de cierta sensibilidad para corregirlo bien. Hay que estar muy atento a la música, a la métrica y al ritmo, aunque, de distinta forma, esto último también es preciso en la corrección de la prosa poética y la narrativa.

La poesía no es un género tan minoritario como se empeñan en decirnos; sin embargo, muchos optan por autopublicarse, ya que las editoriales solo suelen apostar por autores consagrados. Es frecuente que los poemarios de autores noveles necesiten una corrección más profunda, que exige tener mucho cuidado para no pasarse con el maquillaje. Corrijo, sobre todo, las faltas de ortografía, las conjugaciones verbales incorrectas, las faltas de concordancia, el mal uso y el abuso de los posesivos, la falta o el exceso de los signos de puntuación, las comas criminales y la mayusculitis. Llamo la atención sobre los problemas de construcción del poema, como el uso de metáforas incoherentes o figuras retóricas mal empleadas, y cualquier mínimo cambio de estilo que efectúo se lo marco al autor con un comentario para asegurarme de que expresa la intención con que ha sido escrito. Hay poetas con un vocabulario muy rico y claro; otros son más rígidos y afectados y menos comprensibles. Por supuesto, siempre hay que respetar el estilo del autor, aunque puede darse el caso de que ese estilo sea casi inexistente y que la corrección corra el riesgo de acabar convirtiéndose en otra cosa.

Cuando alguna editorial me ha encargado la corrección de un poemario, ha sido de un autor con más experiencia. Entonces es cuando se nota el oficio del poeta; por eso hay que tocarlo muy poco. Lo normal es que estos textos solo necesiten una corrección ortotipográfica: dobles espacios, alguna coma que sobra o falta, comillas o cursivas claramente impropias, tildes que se resisten a eliminar, mayúsculas o minúsculas incorrectas y alguna errata. No puedo hablar de obras traducidas porque no he corregido ninguna hasta ahora.

No existen manuales específicos para corregir poesía. Hay que seguir las normas de la RAE, pero adaptarse al poema: el contexto siempre manda. El buen poeta explora y crea lenguaje. Si sabe hacerlo bien, habrá que tocarlo poco, salvo algún despiste. Por ejemplo, si el poeta ha escrito un verbo que no admite un uso intransitivo, un adjetivo desconcertante o una preposición que parece no encajar, casi seguro que no se trata de un error, sino de un juego malabar dentro de esa exploración de los límites del lenguaje. Aunque la poesía es el género literario que más licencias permite, también debe cumplir un objetivo, y no todo vale. El sentido común también es necesario para corregir poesía.

El maestro José Martínez de Sousa, en su manual Ortografía y ortotipografía del español actual, nos ofrece una información valiosa en cuanto a la correcta disposición de los párrafos, los versos, las firmas y los títulos de los poemas. Si bien los aspectos de estilo se aprenden leyendo poesía de diferentes autores y editoriales; cuanta más, mejor. En fin, soy consciente de que voy a decir una obviedad, pero a corregir poesía se aprende corrigiendo poesía.

Tal vez no haya un gran número de correctores profesionales especializados en este campo porque no abunda el trabajo ni suele pagarse de manera especial. Esto no quiere decir que se editen pocos poemarios, sino que no se corrigen muchos. Este tipo de textos exige un contacto casi permanente con el autor, algo que supone un tiempo extra de trabajo, que no suele considerarse a la hora de cobrar. Sin embargo, quienes amamos la poesía preferimos trabajar con este género literario a pesar de todo.

08/05/2013

La Zarzuela y Urdangarín

Como sabéis, la Zarzuela es la forma abreviada de nombrar al Palacio de la Zarzuela, la residencia de los reyes de España en Madrid. También, cuando nos referimos a la sede de la Presidencia del Gobierno español, decimos la Moncloa, por el Palacio de la Moncloa. Sin embargo, en algunos medios de comunicación se comete el error de suprimir el artículo la delante de estos nombres propios.

El Mundo, 5 de mayo de 2013

La Fundéu nos informa de que «al igual que se hace con la denominación de los edificios que albergan las sedes de instituciones u organismos de Estado de otros países: el Elíseo (por el Palacio del Elíseo), la Moneda (por el Palacio de la Moneda), lo apropiado es aplicar el mismo criterio a los españoles».

El Mundo, 5 de mayo de 2013

El Mundo, 5 de mayo de 2013

Aprovecho para recordaros que los nombres de títulos o cargos de cierta relevancia, pertenezcan al ámbito civil, militar, religioso, público o privado, como rey, monarca, príncipe, infanta, duque, presidente, primer ministro, ministra, etc., se escriben con minúscula inicial.



Ahora hablemos de Urdangarín, con tilde. O sea, de la tilde en este apellido vasco, que no pretendo tratar aquí el asunto del caso Nóos. ¿Alguien dice Úrdangarin o Urdángarin? Yo, como todos vosotros, digo Urdangarín, pronunciándolo como palabra aguda; por eso le pongo una tilde. Pero la prensa no lo tilda porque en diciembre de 2011 Iñaki Urdangarín dijo que su apellido no lleva tilde y que lo estaban publicando equivocadamente. Después de aquello, la escritura sin tilde de este apellido se generalizó.

El Mundo, 5 de mayo de 2013

Tiene razón Iñaki en algo: los apellidos vascos no se tildan, ya que la tilde no existe en euskera. Así pues, en textos escritos en esta lengua no llevará tilde, pero en castellano sí debe llevarla.

José Martínez de Sousa, en su obra Ortografía y ortotipografía del español actual (Ediciones Trea), dice lo siguiente: «La única conclusión a la que puede llegarse es que los apellidos vascos, puesto que son en casi todos los casos a modo de trascripciones, deberían tildarse conforme a las reglas de atildación españolas». 

Yo prefiero hacerle caso al maestro De Sousa y escribirlo con tilde. A quien le parezca más adecuado escribirlo en euskera (sin tilde), que se la quite. En cualquier caso, lo importante es ser coherente y escribirlo siempre del mismo modo.

01/05/2013

Citas textuales cortas: cómo escribirlas

Las citas textuales cortas se escriben siempre en letra redonda, entre comillas y con la misma fuente (tipo de letra) y cuerpo (tamaño) que el resto del texto. Es un error usar la cursiva y las comillas en una cita textual. Las comillas ya funcionan como diacrítico, esto es, como diferenciador que destaca una palabra o un grupo de palabras. Si la cita no está en español, también debe escribirse en letra redonda. Solo debe usarse la cursiva si en la frase hay alguna palabra que deba constar así.

Se considera que una cita es corta cuando está entre tres y seis líneas, aproximadamente.

                 Letra redonda                                     Letra cursiva

José Martínez de Sousa, de quien ya he hablado aquí en otras ocasiones, una de las máximas autoridades en tipografía, ortotipografía y bibliología, nos indica en su Ortografía y ortotipografía del español actual (Ediciones Trea) que «las citas en español no se componen de cursiva, sino de redondo y entre comillas, salvo cuando son extensas y se disponen en párrafo aparte, caso en el cual se componen de cuerpo menor que el del texto general, sangradas o no, y sin comillas (puesto que el texto menor tamaño es ya un diacrítico)».

Tipos de comillas

― Latinas, angulares o españolas: «  »
― Inglesas: “   
― Simples: ‘  ’   

En España, las que deben emplearse con preferencia son las españolas, pero en Latinoamérica y otros países lo normal es usar las inglesas. ¿Por qué en España se utilizan en primer lugar las comillas latinas? Para, si es necesario, poder usar las inglesas y las simples dentro de un texto ya entrecomillado. La Ortografía de 2010 nos ofrece este ejemplo: «Antonio me dijo: “Vaya ‘cacharro’ que se ha comprado Julián”».

Si en la cita se intercala un comentario del transcriptor, este se enmarca entre rayas: «Hay que prevenir —dijo el médico— antes que curar». 

Las comillas españolas no están en el teclado de nuestro ordenador. Lo digo porque muchos me preguntan dónde se encuentran. Para emplearlas, debemos acudir a los símbolos del programa Word o a otros procedimientos que no reproduzco aquí porque no a todo el mundo le funcionan. De ahí que, por comodidad, casi siempre se eche mano de las inglesas. Pero recordad que en España lo correcto es emplear las latinas.

22/10/2012

Redundancias y pleonasmos

El español es un idioma muy redundante. Todas las lenguas lo son, en menor o mayor medida; sin embargo, no todas las redundancias son incorrectas.

La redundancia es el uso innecesario de una o más palabras que se añaden a una oración con la idea de hacerla más clara, pero no aporta expresividad ni añade nada nuevo al significado de la frase. En resumen: se repite de forma distinta lo ya dicho. La redundancia no cumple ninguna función; por eso su uso no está justificado. Son censurables y deben evitarse. Ejemplos:

El Mundo, 19 de octubre de 2012
Años de edad. Una de las acepciones de año esedad, tiempo vivido’.
Persona humana. Una persona es un individuo de la especie humana’.
Prever con antelación. Prever es ‘ver con anticipación’.
Mendrugo de pan. Un mendrugo es un pedazo de pan duro o desechado’.
Volver a insistir: Insistir significa ‘repetir o hacer hincapié en algo’.
Losa de piedra. Una losa es una ‘piedra llana’.
Añadir/agregar después. No se puede añadir/agregar antes.
Progresar positivamente. Progresar implica positividad; significa ‘avanzar, mejorar, hacer adelantos en determinada materia’.
Pequeña casita. El sufijo –ita tiene valor diminutivo. 
Nexo de unión. Nexo equivale a unión, lazo, nudo.


Magazine (El Mundo), 28 de octubre de 2012

Un pleonasmo también es la repetición de términos innecesarios, pero se considera correcto porque se usa como recurso expresivo con la intención de dar más fuerza, viveza o espontaneidad a la expresión. José Martínez de Sousa nos ofrece estos ejemplos de pleonasmos admisibles:

Subir arriba, bajar abajo, salir fuera (o afuera), entrar dentro (o adentro), volar por los aires, caer escaleras abajo, subir hacia el cielo, verlo con los propios ojos, a nosotros nos gustaría, nunca jamás. Ya sabemos que el acto de subir, por propia definición, solo puede ser hacia arriba, como bajar es para abajo, entrar es dentro (entrar fuera sería un disparate), se ve con los propios ojos (no con los de un amigo que nos los ha prestado), nos gustaría y nunca o jamás, según el caso. Sin embargo, en todos esos ejemplos la redundancia, más o menos transparente, es necesaria para que el lenguaje no pierda fuerza y vigor.


Magazine (El Mundo), 14 de octubre de 2012


En muchos casos, la expresión ejemplo a seguir es evitable, ya que a seguir no aporta nada nuevo, pues un ejemplo se propone para que se imite y siga. Cuando queremos decir que el ejemplo se debe evitar, podemos decir mal o pésimo ejemplo.



Ciertos autores consideran correctas algunas redundancias que otros condenan. Esto se debe a que la frontera entre pleonasmo y redundancia a veces es difusa. De hecho, algunos estudiosos del lenguaje, como el sabio maestro Martínez de Sousa, no establecen diferencias entre redundancia y pleonasmo.

04/09/2011

Días y meses: mayúsculas, minúsculas y abreviaturas

Otra costumbre incorrecta que está muy extendida es la escritura en mayúscula inicial de los días de la semana y de los meses, quizá por la influencia del inglés, donde sí se escriben con mayúscula inicial. Podemos verlo en el anuncio de esta galería de arte:

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Veamos ahora lo que dice la RAE: