El
queísmo es un error gramatical muy frecuente que consiste en suprimir
una preposición, generalmente de (aunque pueden ser otras), ante la
conjunción que cuando la preposición la exige alguna palabra de la
oración, esto es, un verbo, un sustantivo (nombre) o un adjetivo:
*Se acordó que tenía el abrigo en la tintorería; *Me alegro
que vuelvas a casa; *No hay duda que está feliz; *Estoy seguro que traerá un
regalo. Todas estas
oraciones se construyen con de.
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Ambos recortes: El Mundo, 2 de diciembre de 2012 |
Esta
incorrección suele cometerse por temor a caer en el dequeísmo, el caso
contrario al queísmo, que consiste en el uso innecesario de la
preposición de ante la conjunción que cuando no la exige el verbo
ni ninguna palabra de la oración: *Pienso de que no es cierto lo que dice; *Nos dijo de
que vendría pronto; *Me consta de que es buena persona; *Creo de que tienes
razón.
Hay
varios trucos para saber si el verbo rige (exige) la preposición o no. Uno de
ellos consiste en sustituir la secuencia encabezada por la conjunción que por
los demostrativos neutros esto, eso, aquello. Si la oración resultante
es correcta sin necesidad de anteponer la preposición de al
demostrativo, no debe usarse de que. Como vemos, en todos los ejemplos
anteriores sobra la preposición de:
*Pienso de que no es cierto lo que dice./ *Pienso de esto./Pienso esto.
*Nos
dijo de que vendría pronto./*Nos dijo de eso./Nos dijo eso.
*Me
consta de que es buena persona./*Me consta de esto./Me consta
esto.
*Creo
de que tienes razón./*Creo de eso. /Creo eso.
La
cosa se complica cuando nos encontramos con algún verbo que tiene dos
regímenes, es decir, que admite dos construcciones, con la preposición de
y sin ella. Es el caso de cuidar, advertir, dudar, informar y
avisar. Para no alargarme demasiado, les dedicaré otra entrada.
Es
bastante frecuente que estos errores los cometan hablantes semicultos, como
políticos, periodistas y presentadores; por eso conviene andarse con ojo y
aplicar el oído cuando escuchemos cómo se expresan las personas cultivadas. Al
fin y al cabo, ser queísta o dequeísta es cuestión de hábito.