Hoy
en día, los lingüistas están cansados de repetir que el género
gramatical nada tiene que ver con el sexo.
Me
relajaré un poco y no seré tan purista: una cosa es que se utilice alguna vez la arroba para integrar los dos géneros en los correos dirigidos a familiares y amigos, circunscritos al ámbito privado, donde el lenguaje se relaja y suele escribirse de un modo más coloquial, y otra muy distinta que se emplee en escritos
públicos, donde debemos seguir la norma.
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Periódico El Mundo, 6 de agosto de 2011 |
En
este caso que os muestro, esta doble mención que propone la arroba es, además, innecesaria, puesto que
más abajo especifica Ellas y Ellos.
Parece que no queda suficientemente claro que el artículo masculino plural los comprende por igual a los individuos de ambos sexos. ¿Cuál es, pues, el obstáculo para no usar el genérico masculino?
Decimos Me gustan los tigres, no Me gustan los tigres y las tigresas. Igual que solo podemos decir las cigüeñas, porque cigüeña no masculiniza.
Os
copio la información que nos facilita el Diccionario panhispánico
de dudas con relación al uso de la arroba:
Para evitar las engorrosas repeticiones a que da
lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión
a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas, etc.),
ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en
una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este
signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: *l@s niñ@s.
Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo
lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de
vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula
integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre
en *Día del niñ@, donde la contracción
del solo es válida para el masculino niño.